No vale contestar que su color. El vino blanco y el vino tinto pueden ser muy diferentes, ¿pero hasta qué punto?
Elegir entre un tipo de vino u otro normalmente es una decisión que toma nuestro gusto personal. A algunas personas le resulta más atractivo el sabor del tinto y otras en cambio prefieren una copa de vino blanco bien frío. Pero, ¿sabrías decir cuáles son las diferencias entre ambos tipos?
¿Qué determina que un vino sea blanco o tinto?
En el proceso de creación del vino, las uvas se recogen y se trituran. Una vez trituradas se guardan en cubetas para que fermenten. Este proceso de fermentación hace que los azúcares naturales del jugo de la uva se conviertan en alcohol.
Las uvas que se utilizan para obtener el vino se colocan en una prensa que se encarga de eliminar las pieles y otros sedimentos que puedan tener. Que este paso se haga antes o después de la fermentación, determinará de qué color será el vino.
Mientras que para obtener vino blanco las uvas se prensan antes de la fermentación, el vino tinto se logra al aplastar las uvas después de la fermentación.
Tras este paso el vino se mete en barricas de acero o roble para que envejezca y esté listo para su embotellamiento.
En la diferencia del tipo de proceso para obtener estos tipos de vino, residen también las diferencias de sabor y nutricionales.
Diferencias nutricionales entre el vino blanco y el vino tinto
En la elaboración del vino tinto, la fermentación se produce con la piel, la semilla y los tallos. En este proceso la piel se encarga de otorgarle al vino tinto este tono tan especial, pero también es la causante de la mayoría de compuestos distintivos de la salud que encontramos en el vino rojo.
En este remojo de la piel de la uva, se transfieren al vino compuestos vegetales como taninos y resveratrol. Y aunque el vino blanco también cuenta con algunos de estos compuestos vegetales saludables, lo hace en cantidades mucho más bajas.
Cuando hablamos de alcohol y salud, debemos tener en cuenta que lo importante no es qué bebida engorda más o menos, sino el tipo de calorías que aporta al organismo y su función en éste.
Lo primero es que para disfrutar de los beneficios que pueden tener para la salud bebidas alcohólicas como pueden ser el vino o la cerveza, éstas deben consumirse de manera equilibrada. Por tanto, lo aconsejable es una copa de bebida alcoholizada al día, dentro de un patrón y dieta saludable.
El consumo de cantidades superiores (entre 3-4 bebidas alcóholicas al día), se asocia con una mortalidad mayor
Los efectos del vino en nuestro peso dependerán principalmente de cuánta cantidad de polifenoles tenga el tipo de vino en cuestión. Especialmente de una clase llamada flavonoides. Los flavonoides son compuestos antioxidantes presentes en mayor cantidad en el vino tinto que en el blanco y diversos estudios sugieren que esos compuestos puedan tener un papel en el control del impulso y saciedad de los alimentos, promoviendo la reducción de la ingesta y absorción de alimentos, evitando la acumulación de la grasa e incrementando el gasto de energía.
Por otra parte, el vino tinto cuenta con una mayor cantidad de resveratrol que el blanco. Dado que tal y como hemos comentado antes, éste componente se encuentra principalmente en las semillas y piel de la uva utilizadas en la elaboración del vino tinto, además de la pulpa. Cosa que no sucede con el vino blanco. El resveratrol tiene acciones antioxidantes y antiinflamatorias así que el vino que contenga más polifenoles y resveratrol será el que tenga mayores efectos saludables sobre la salud. Y en este caso el vino tinto es el gran ganador.