Para distinguir un buen vino no sólo hace falta tener un buen sentido del gusto o del olfato. La vista no sólo sirve para distinguir entre vinos azules, vinos blancos o vinos tintos. Nuestros ojos, y un poco de conocimiento sobre el tema, pueden darnos pistas muy interesantes sobre el vino que tenemos frente a nosotros. La edad de éste, su frescura o los grados que tiene, son sólo algunos de los datos que podemos averiguar con un solo vistazo.
Edad del vino según el color
El color del vino cambia conforme pasa el tiempo por él.
En el caso de los vinos tintos, podemos saber que son más viejos si en su color podemos empezar a distinguir tonos anaranjados o si ha pasado a tener un tono más parecido al color teja.
En cuanto a los blancos, lo que nos indica que un vino tiene más edad es que su color característico se muestre más apagado y empiecen a distinguirse tonos dorados. Si podemos percibir un color similar a oro viejo, querrá decir que la edad del vino es elevada.
Por normal general los colores de los vinos suelen ir apagándose con el paso del tiempo hasta perder toda su vivacidad.
Por otra parte, que un vino oscurezca de color puede deberse a dos factores principalmente: Que el almacenaje no haya sido el correcto o que el vino se haya criado en barrica de madera.
Si el vino se ha conservado con unas temperaturas más elevadas de la cuenta o si la luz ha sido excesiva, puede ocurrir que el vino se oscurezca en exceso y pierda su vivacidad.
En el otro caso, si la crianza se ha hecho en barrica durante más de seis meses, el contacto con la madera puede producir que el caldo se oscurezca y aparezcan tonos más castaños.
Un buen vino envejecido correctamente en depósito y posteriormente en botella, tendrá una evolución a tonos amarillo dorado.
La vivacidad de un buen vino
Un bien vino se distingue por tener vivacidad; por tener una buena translucidez, limpidez, luminosidad y brillo que acentúen sus colores.
Si un vino no presenta estas cualidades, se dirá que está apagado o muerto.
¿Sobre qué nos hablan las lágrimas de un buen vino?
Llamamos lágrimas a esas gotas que caen por las paredes de las copas al mover el vino que depositamos en su interior.
La untuosidad del vino aparece por la presencia de un tipo de alcohol que aparece con la fermentación del vino: la glicerina. Por ello, si un vino presenta mayor densidad, podemos afirmar que se debe a que posee una mayor densidad alcohólica. Y por tanto, a una mayor graduación de alcohol, mayor lacrimosidad.
Lo que el ribete de un buen vino esconde
Nos referimos al ribete cuando hablamos de la cenefa o borde que deja el vino si inclinamos la copa. Si éste es de color rojo rosado, suele indicarnos que la procedencia de dicho vino pertenece a regiones frías del norte.
En cambio, si este menisco que presenta el vino tiene un color violeta con matices marrones, indicaría que pertenece a un clima más cálido meridional.
Si el ribete es de color rojo violáceo indicaría juventud, y si es color rojo teja, nos indicaría añejamiento y crianza.
Un buen vino fresco deberá tener aspecto limpio y brillante. Los climas más fríos, en los que las uvas tardan más en madurar, producen vinos con menor cuerpo, vivos y frescos.
En las zonas más cálidas, en donde las uvas maduran con menos esfuerzo, solemos encontrar más buenos vinos con mayor cuerpo y grado alcohólico, ya que el grado de glicerina también es mayor.